Sonia Méndez Garatea
Las
aplicaciones, esos programitas sencillos que “mejoran” (o no)
nuestros queridos e indispensables smartphones,
han
llegado también a lo que algunos insisten en llamar sexo - ya hemos
comentado muchas veces en esta sección que para los sexólogos sexo
es aquello que somos, es decir hombres y mujeres; el campo de las
relaciones íntimas y significativas entre hombres y mujeres sería
para nosotros la erótica.
El
caso es que, como intuía, este tipo de aplicaciones han crecido como
la espuma en los últimos tiempos. Un vistazo rápido me llevó a
clasificarlas en varios tipos y, conforme lo hacía, me surgían
preguntas y reflexiones:
Por
una parte, encontrábamos algunas aplicaciones que no eran más que
versiones en digital de juegos de dados, preguntas, etc.
Por
otra, estaban aquellas que insistían en medir una serie de
parámetros: cuántas veces has hecho el amor (¿a qué se refieren?
¿a una penetración de un pene en una vagina?), cuánto has gritado
o gemido, cuánto te has movido… Es curioso, si bien es cierto que
cada uno, cada una, tiene su propio criterio para valorar si algo le
ha gustado o no, una vez más parecemos obligados a prestar atención
a la cantidad frente a otras cuestiones mucho más difíciles de
medir: si nos sentíamos a gusto con el otro o la otra, si el espacio
y el momento eran los adecuados, si nos dimos o hicimos aquellos
masajes, besos, caricias, lametones, penetraciones (esto son sólo
ejemplos de prácticas eróticas, podéis quitar, añadir, cambiar…)
que nos gusta dar o recibir… Para ir más lejos, y como si de una
gran competición se tratara,