22 de diciembre de 2014

¿Las mejores aplicaciones sobre sexo?


Sonia Méndez Garatea

Las aplicaciones, esos programitas sencillos que “mejoran” (o no) nuestros queridos e indispensables smartphones, han llegado también a lo que algunos insisten en llamar sexo - ya hemos comentado muchas veces en esta sección que para los sexólogos sexo es aquello que somos, es decir hombres y mujeres; el campo de las relaciones íntimas y significativas entre hombres y mujeres sería para nosotros la erótica.
El caso es que, como intuía, este tipo de aplicaciones han crecido como la espuma en los últimos tiempos. Un vistazo rápido me llevó a clasificarlas en varios tipos y, conforme lo hacía, me surgían preguntas y reflexiones:
Por una parte, encontrábamos algunas aplicaciones que no eran más que versiones en digital de juegos de dados, preguntas, etc.
Por otra, estaban aquellas que insistían en medir una serie de parámetros: cuántas veces has hecho el amor (¿a qué se refieren? ¿a una penetración de un pene en una vagina?), cuánto has gritado o gemido, cuánto te has movido… Es curioso, si bien es cierto que cada uno, cada una, tiene su propio criterio para valorar si algo le ha gustado o no, una vez más parecemos obligados a prestar atención a la cantidad frente a otras cuestiones mucho más difíciles de medir: si nos sentíamos a gusto con el otro o la otra, si el espacio y el momento eran los adecuados, si nos dimos o hicimos aquellos masajes, besos, caricias, lametones, penetraciones (esto son sólo ejemplos de prácticas eróticas, podéis quitar, añadir, cambiar…) que nos gusta dar o recibir… Para ir más lejos, y como si de una gran competición se tratara,
algunos de estos programitas permiten almacenar los datos, compararlos con los de otros usuarios, compartirlos en redes sociales, etc. Pero, ¿no era suficiente con algunas pelis (porno y no porno), los anuncios, las encuestas…? Cabría preguntarse quién tiene el interés de sacar al mercado este tipo de “pasatiempos” digitales,- ¿grandes farmaceúticas, empresas de los mal llamados juguetes eróticos, compañías de preservativos? – pues si bien las aplicaciones nos salen en principio gratuitas, el beneficio sale de utilizar nuestros datos para fines que no conocemos o bien para venderlos a terceras empresas que, de nuevo, le sacan rentabilidad.

Por último, había otra serie de aplicaciones que, de una u otra forma, facilitaban la interacción en tiempo real con gente de nuestro alrededor. De esta manera, una permitía al resto de usuarios de la aplicación conocer si otro usuario/a con el que, por ejemplo, se ha cruzado por la calle, tiene en este momento pareja o no o si le apetece tener algún tipo de encuentro erótico (en todo lo que leí se daba por supuesto que se trataba de realizar una penetración vaginal). Otra ponía en contacto a gente con pareja que buscaba, además, relaciones con otras personas. Las había específicas para hombres y mujeres homosexuales…
La verdad es que estas últimas aplicaciones me resultaban más interesantes y la reflexión en torno a ellas se hacía más compleja. Por un lado, el debate en cuanto a cómo controlan y venden nuestros datos era el mismo que con el resto de aplicaciones. Por otro, me llevaba a pensar sobre cómo la tecnología está introduciendo cambios en la forma de relacionarnos. Así, por ejemplo, este tipo de aplicaciones nos dan la posibilidad de tener cierta información de antemano (p.e: este chico con el que me acabo de cruzar por la calle no tiene pareja y le gustaría tenerla o esta mujer está casada pero quiero tener encuentros eróticos con otros hombres) lo que nos permite no exponernos ante situaciones que en algunos momentos nos pueden poner nerviosos o incluso pueden despertar nuestro sentido del ridículo. Como en todo, habrá quien disfrute del no saber a qué se expone, y otros y otras puede que se relajen al disponer de esa información. En general, como pasaba con los juegos que comentaba al principio, desde mi punto de vista estamos digitalizando dispositivos y recursos que antes teníamos en “analógico”. Hace no muchos años, por ejemplo, el indagar sobre si alguien tenía pareja o no lo hacían nuestros amigos y amigas evitando también los nervios de que lo preguntara el interesado.
Así pues, si bien es cierto que ahora disponemos de recursos tecnológicos que están introduciendo ciertas modificaciones en las formas y en los tiempos- ahora prima la inmediatez-, hay algo que no cambia: pese a los esfuerzos de ciertos discursos que parecen promover la guerra entre sexos y establecer normas sobre cómo deben ser las relaciones, las mujeres y los hombres seguimos buscando a otros hombres y mujeres con los que compartir pequeños o grandes momentos y proyectos.

Bibliografía
Díez Arrese, Samuel y Lejarraga Vera, Juan: “Juguetes eróticos, artilugios genitales y subterfugios comerciales”. Puedes encontrarlo en el blog Sexología en redes sociales.


Publicado en la revista número 20 de la Asociación Hegoak

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