Sonia Méndez Garatea
Para comenzar este artículo nos
acordábamos de un conocido libro titulado “Por qué los hombres no escuchan y
las mujeres no entienden los mapas” escrito por Allan Pease y Barbara Pease y publicado
en su versión original en 2001.
son las emocionales y ellos los racionales, y así podríamos continuar con un sinfín de ejemplos que, como veis, no están relacionados únicamente con “lo físico” sino que tienen que ver también con nuestros gustos, nuestra manera de actuar… con todo lo que sucede en nuestro proceso vital, biográfico.
¡Seguro que algunos ya os
estáis llevando las manos a la cabeza! Y es lógico porque en nuestra vida
diaria, nos topamos con hombres que tienen la voz grave pero también con
mujeres que la tienen, con chicos a los que les atraen otros chicos (por
cierto, les atraerán algunos chicos, no todos, como les pasa a las chicas heterosexuales),
con chicas y chicos que se emocionan con facilidad,… Entonces, ¿hay alguna
manera de explicar esto?
Los sexólogos hablamos del término intersexualidad para hacer referencia al
hecho de que hombres y mujeres estamos hechos de lo mismo: de una cantidad
ingente de caracteres sexuales que se reparten de manera distinta en cada uno y
una de nosotras haciéndonos especiales, diferentes al resto. ¿No es increíble
que partiendo de ingredientes iguales los resultados sean únicos? Sí que
podríamos decir que algunos de estos caracteres se encuentran con mayor frecuencia
en los hombres y otros en las mujeres. Por buscar de nuevo un ejemplo, si
hiciéramos entrar en una clase a 50 chicos y a 50 chicas y los ordenáramos por
alturas, seguramente habría un mayor número de chicos que superaran el 1,75m.
Pero también encontraríamos chicas que superaran dicha altura y chicos que no
llegaran a ella. De esta observación y estudio de la distribución y frecuencia
de los caracteres sexuales en hombres y mujeres, se han ido estableciendo
algunos caracteres como masculinos y otros como femeninos, pero, cuidado, son
los hombres y las mujeres los que definen los caracteres y no al revés. Son los
caracteres los masculinos y femeninos, nosotros y nosotras somos hombres y
mujeres. Es decir, si un sujeto se define como mujer será mujer por muchos
caracteres masculinos que tenga. Y lo mismo sucederá si un sujeto se define
como hombre. Además, esto sucede con todos y cada uno de nuestros caracteres
sexuales. También con aquellos que damos por sentado con mayor facilidad como
es el caso de los genitales o la distribución cromosómica. De esta manera, y
recordando que compartimos todos los caracteres sexuales, sería posible
encontrar a hombres con vagina y pechos o, como sucedió en los pasados juegos
olímpicos, a mujeres con mucha musculatura, abundante vello corporal…. Y
volviendo al mencionado libro, también es posible encontrar a chicos y hombres
que escuchen con mucha atención y a chicas y mujeres que entiendan
estupendamente los mapas. De esto es de lo que nos habla el sexo, de nuestra
diversidad, del hecho de ser hombres y mujeres únicos.
Artículo original publicado para la revista de la Asociación Hegoak Elkartea
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