25 de febrero de 2013

Hombres, mujeres y viceversa

Sonia Méndez Garatea


Para comenzar este artículo nos acordábamos de un conocido libro titulado “Por qué los hombres no escuchan y las mujeres no entienden los mapas” escrito por Allan Pease y Barbara Pease y publicado en su versión original en 2001.

Pintada en la que se lee: hay mujeres con pene y hombres con vaginaSeguramente, a partir de este título se nos ocurren otras muchas características, caracteres sexuales diríamos los sexólogos, que normalmente atribuimos a hombres o a mujeres. Así, por ejemplo, tendemos a pensar que los hombres tienen la voz grave y las mujeres aguda, que a los chicos les gustan las chicas y a las chicas los chicos, que ellas
son las emocionales y ellos los racionales, y así podríamos continuar con un sinfín de ejemplos que, como veis, no están relacionados únicamente con “lo físico” sino que tienen que ver también con nuestros gustos, nuestra manera de actuar… con todo lo que sucede en nuestro proceso vital, biográfico.
¡Seguro que algunos ya os estáis llevando las manos a la cabeza! Y es lógico porque en nuestra vida diaria, nos topamos con hombres que tienen la voz grave pero también con mujeres que la tienen, con chicos a los que les atraen otros chicos (por cierto, les atraerán algunos chicos, no todos, como les pasa a las chicas heterosexuales), con chicas y chicos que se emocionan con facilidad,… Entonces, ¿hay alguna manera de explicar esto? 
Los sexólogos hablamos del término intersexualidad para hacer referencia al hecho de que hombres y mujeres estamos hechos de lo mismo: de una cantidad ingente de caracteres sexuales que se reparten de manera distinta en cada uno y una de nosotras haciéndonos especiales, diferentes al resto. ¿No es increíble que partiendo de ingredientes iguales los resultados sean únicos? Sí que podríamos decir que algunos de estos caracteres se encuentran con mayor frecuencia en los hombres y otros en las mujeres. Por buscar de nuevo un ejemplo, si hiciéramos entrar en una clase a 50 chicos y a 50 chicas y los ordenáramos por alturas, seguramente habría un mayor número de chicos que superaran el 1,75m. Pero también encontraríamos chicas que superaran dicha altura y chicos que no llegaran a ella. De esta observación y estudio de la distribución y frecuencia de los caracteres sexuales en hombres y mujeres, se han ido estableciendo algunos caracteres como masculinos y otros como femeninos, pero, cuidado, son los hombres y las mujeres los que definen los caracteres y no al revés. Son los caracteres los masculinos y femeninos, nosotros y nosotras somos hombres y mujeres. Es decir, si un sujeto se define como mujer será mujer por muchos caracteres masculinos que tenga. Y lo mismo sucederá si un sujeto se define como hombre. Además, esto sucede con todos y cada uno de nuestros caracteres sexuales. También con aquellos que damos por sentado con mayor facilidad como es el caso de los genitales o la distribución cromosómica. De esta manera, y recordando que compartimos todos los caracteres sexuales, sería posible encontrar a hombres con vagina y pechos o, como sucedió en los pasados juegos olímpicos, a mujeres con mucha musculatura, abundante vello corporal…. Y volviendo al mencionado libro, también es posible encontrar a chicos y hombres que escuchen con mucha atención y a chicas y mujeres que entiendan estupendamente los mapas. De esto es de lo que nos habla el sexo, de nuestra diversidad, del hecho de ser hombres y mujeres únicos. 




Artículo original publicado para la revista de la Asociación Hegoak Elkartea

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