18 de marzo de 2013

Normas para el buen sexo


Maite Ziganda San Martín
Hablemos de sexo (heterosexualidad, homosexualidad...)
Vía Sexapiel

¿Qué entiendes por sexo?
¿Qué es para ti una relación sexual?
¿Es bueno masturbarse?

En el día a día, ya sea en el trabajo, con los amigos, o en la escuela, surgen temas y preguntas similares a estas, sobre las que cada cual, allá cada una con sus ideas, creencias y valores, elabora una opinión y discurso. Desde lo que saben o creen saber, opinan, les parece y sienten.
Hay quien dice que hay relaciones sanas, por lo que podemos concluir que hay relaciones insanas. Como cuando te juntas con una amiga y le cuentas lo que te ha pasado con un amigo, y ella dice “Tía, pues a mí me parece que has hecho bien”, lo que nos lleva a que hay una manera de hacerlo mal, ¿no? Lo que está claro es que a veces estos apoyos nos sientan de maravilla...
Pero, cuando nos movemos en lo sano, siempre existe lo insano, el bien y el mal.
Aquí va otro ejemplo: el típico en el que escuchas que la masturbación es buena. De nuevo, nos metemos en lo bueno y lo malo.
Y un tercero:
Una amiga le cuenta a otra:
–  Iker va directo al grano, a meterla y ya está.
– Ah, pues no tía, los preliminares son importantes... que no sea tan egoísta y que se lo curre un poco...

Todo esto nos lleva a preguntarnos si ya hay normas establecidas. Sobre las actitudes que tenemos ante el hecho de los sexos, y teniendo como fondo teórico lo aportado por Efigenio Amezúa (100% recomendable),  podemos encontrar tres modos de acercamiento:
Por un lado encontramos la actitud prohibitiva. En ésta, el tema sexual es clandestino, siniestro y vergonzoso. Sus formas más corrientes suelen ser  morales, religiosas, políticas, tabuicas, sanitarias y de ignorancia e inercia. “Eso no se hace, no está bien, eso es insano, nocivo, asqueroso”.

Como si de la otra cara de la moneda se tratara, encontramos la actitud permisiva. En realidad, las actitudes prohibitivas han ido cediendo espacio a las permisivas. Se han ido tolerando y admitiendo hechos, costumbres, gestos y expresiones. Se ha ido permitiendo lo que estaba prohibido.
Permitir es una forma de afirmar la prohibición. Por ejemplo, ahora que tenemos relaciones genitales antes del matrimonio, nos sentimos liberadas por poder hacer algo que en otro tiempo estaba prohibido, pero se trata, al final, de seguir dando cabida a una misma norma establecida. Hay una conducta y podemos permitir o prohibir, hablamos continuamente de la obligación y el deber. Se debe prohibir o se debe permitir. En el fondo sigue el “se debe” de la imposición. Existen actitudes permisivas por reivindicación, por snobismo, por progresía, por inercia, por el peso del ridículo o por el ansia de liberación.
La prohibición de algo no se lleva, no está de moda, y entonces ponemos muchos esfuerzos en cambiar, en no solo meterla, sino preliminares, es hacer posturas nuevas,... pero al final estamos dando vueltas a la misma historia, no nos salimos de ella, no vamos a la raíz de la situación. ¿Quién ha puesto en nuestra agenda que “hay que” meterla, o masturbarse, o besar? ¿De dónde nos hemos sacado esta idea?

La actitud de cultivo consiste en la forma de ver y de vivir el hecho de ser sexuados, con sus implicaciones, como un hecho y una dimensión de la persona que vale la pena suscitar, promocionar y, en definitiva, cultivar. Cuando a alguna persona conocida le pasa algo, y viene y nos lo cuenta ¿De qué le sirve que hagamos de jueces diciéndole si está bien o mal, o lo que nos parece a nosotras? Hombre, le puede servir para relajar en algunos casos, que no en todos. Pero consideramos que cuando una persona nos cuenta algo, no es porque esa persona sea una incapaz de la vida y quiera que le solucionemos su situación, sino que le apetece contarnos una vivencia y lo que nosotras podemos hacer para acompañarle es no responder a sus dudas, preguntas, no hablar, hablar, hablar y decir nuestras opiniones. Acompañarle para que sea ella con su realidad, sus circunstancias, sus recursos,... la que se solucione. El cultivo, que es una palabra muy relacionada con las flores, me sugiere que yo no puedo crecer por la flor. Yo puedo estudiar todo lo que tiene que ver con flores, y luego acompañar a esa flor en su crecimiento, sabiendo que va a pasar por situaciones, dificultades, pero también sabiendo que estas dificultades son las que nos ayudan a crecer, si se lo permitimos, claro...
Seguramente, como pasa con la relación madre-padre hijo-hija, a muchas amigas les diríamos: “No necesito que me resuelvas, no soy una incapaz, necesito alguien que sepa hacerme la pregunta que justo yo no me había planteado, para crear nuevos contenidos que den respuesta a mi situación.
Así que para todas aquellas que nos leéis, y queréis poner en práctica la actitud de cultivo, os proponemos no opinar sobre lo que las diferentes personas nos plantean, y sobre todo no resolver sus preguntas. Una buena pregunta es mucho más útil que un consejo.

Si os interesa profundizar en este tema, os recomendamos echarle un vistazo al artículo original. Fue escrito por Efigenio Amezúa en 1978 pero está de vigente actualidad.

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