Sonia Méndez Garatea
En los últimos días, quizá por el hecho de estar atentas a redes sociales y medios de comunicación en nuestro afán de publicar contenido interesante en el blog, nos hemos encontrado con buenos ejemplos de cómo desde instancias externas a las parejas se construyen modelos de cómo deben ser sus relaciones eróticas.
Una de esas instancias son las
grandes empresas dedicadas a la venta de productos relacionados con lo genital.
Así, nos encontramos con:
Lee el artículo vía Interactiva Digital |
Si bien es cierto que el objetivo
de la publicidad no es otro que el lucro, consideramos
que estos anuncios, apoyándose en figuras de autoridad y objetividad, como son la comunicadora que aparece en el primer anuncio así como la tecnología de la que se habla en el artículo, contribuyen a:
que estos anuncios, apoyándose en figuras de autoridad y objetividad, como son la comunicadora que aparece en el primer anuncio así como la tecnología de la que se habla en el artículo, contribuyen a:
Establecer la forma de actuar y los gustos de hombres y mujeres, obviando la idea de intersexualidad que ya comentábamos en otro artículo.
Así, en el video, se comenta, por ejemplo, que “si tú acaricias los genitales de un hombre, inmediatamente tendrá una erección”; en cuanto a las mujeres, éstas “necesitan más caricias, alimentar un poquito el oído, envolver el ambiente”.
Quizá más que hablar de hombres y
mujeres sería más interesante hablar de masculinos y femeninos: entendiendo que
habrá hombres que tengan una erección cuando se les toca los genitales (por
cierto, habría que ver también si esto se produce con cualquier persona, en cualquier
lugar…) y habrá también hombres cuya forma de conseguir el orgasmo sea, por
ejemplo, a través del oído, un rasgo que probablemente sea
más femenino que masculino, pues se observa más en mujeres que en hombres.
Lo mismo sucede con las mujeres, algunas
necesitarán “envolver el ambiente”, otras, por el contrario, preferirán el “aquí
te pillo, aquí te mato”, un rasgo masculino pues se observa más en hombres.
Y, por supuesto, se trata sólo de
ejemplos ya que podríamos encontrar un sinfín de prácticas, de variantes, de grises.
Además, los gustos variarán en función del compañero o compañera, de la
situación, del momento vital…
Jerarquizar y homogeneizar prácticas eróticas.
Tanto en el video como en el artículo, la práctica del orgasmo, obtenido a través de la penetración del pene del hombre en la vagina de la mujer, parece ser el fin último de toda relación erótica, la guinda del pastel (más guinda todavía si es un orgasmo simultáneo). El resto de prácticas serían pues meros fines para llegar al “placer final”.
En cuanto a la aplicación
descrita en el artículo, ésta parece comparar los orgasmos experimentados por
una pareja con la media de otras tantas y se vale para ello del ritmo, el
volumen, la duración…
Así pues nos surgen varias preguntas:
¿Qué interés puede haber en comparar lo que hacen las parejas? ¿Pueden
utilizarse estos parámetros para medir la satisfacción de una relación erótica?
¿El volumen y el número de gritos miden el disfrute de una relación? ¿No hay
otras formas de expresar el estar a gusto? ¿Llegar o no al orgasmo es lo que
marca la calidad de una relación? ¿Qué pasa con aquellas parejas formadas por
dos hombres o por dos mujeres? ¿Y aquellas que no practican, por la razón que
sea, la penetración de pene en vagina? ¿Pueden una mujer y/o un hombre llegar
al orgasmo a través de otras prácticas?...
De nuevo, quizá sería más
interesante apostar por aquello que es significativo para cada pareja y cada
miembro de la misma, aquello a lo que ellos otorgan importancia, dependiendo
del momento y la situación en la que se encuentren.
Reproducir y construir lenguaje que, a su vez, construye realidades.
En el video que estamos
comentando, llama la atención cómo se habla de complicidad, de conexión, de
escucha, de no obsesionarse con el orgasmo…, cuando todo lo que se comenta en
él hace referencia a esta práctica. Tanto es así que se utilizan varias
fórmulas y expresiones para referirse a la misma: la primera de ellas, sin ir
más lejos, es asimilar “placer final” a orgasmo. Posteriormente, se habla de “climax
final”, “disfrute pleno” y se hace referencia varias veces a la idea de “intensidad”.
Además, se habla de “prolegómenos,
juegos previos” refiriéndose a otras prácticas apuntando, por tanto, a la existencia de algo
que va después y que parece ser mejor, es decir, la guinda del pastel que no es
otra cosa que el orgasmo.
Y a través de estos mecanismos descritos se deja fuera un sinfín de hombres y
mujeres que, bien porque no pueden bien porque no quieren, no cumplen con ese
modelo marcado desde los poderes del mercado: parejas que no otorgan importancia a la práctica del
orgasmo, hombres y mujeres que no tienen pareja (sea ésta estable u ocasional),
parejas formadas por dos mujeres o por dos hombres, parejas cuyo alguno de sus
miembros o ambos tienen algún tipo de discapacidad que les impide practicar lo
descrito....
Sin embargo, a pesar del gran
número de interferencias con las que se encuentran las parejas, parece que las
leyes del deseo y las subjetividades siguen siendo más importantes que las
leyes del dinero.
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