Maite Ziganda San Martín
Vía Tzolkin-La Ma.Ma |
— ¿Cuál es el origen de ese sentimiento que llamamos amor, cómo explicarlo?
Y Aristófanes, uno de los comensales, respondió:
— En el principio, antes de que fuéramos como somos, los humanos no teníamos las formas que tenemos ahora ni éramos como somos ahora. Aquéllos eran esféricos y redondos. Eran completos y autosuficientes. No tenían fisuras ni carencias. Cada uno se bastaba por sí mismo. No eran ni hombres ni mujeres sino ambos juntos. Eran andróginos.
Los comensales rieron. Aristófanes era conocido por su carácter cómico. En la vida real era un autor de comedias. Cuando las risas le permitieron hablar, Aristófanes siguió su relato.
— Por ser autosuficientes, eran altivos e insoportables. Y por eso fueron castigados. Un día Zeus, harto de ellos, mandó que los cortasen en dos, que los seccionasen. Y desde entonces los unos se vieron necesitados de los otros, buscando cada uno convivir con su otra mitad, justamente la otra mitad amputada.
Los comensales dejaron de reírse y vieron que Aristófanes, a pesar de su aire extravagante, había respondido a la pregunta con un fondo que les dejaba pensativos. Y el cómico concluyó:
— Desde entonces todos los seres humanos se buscan. Buscan la otra parte que les falta. Y por eso se atraen y cuando se encuentran se abrazan y se besan. Lo que hoy llamamos amor es la consecuencia de ese corte, de esa diferenciación.
(Platón, El Banquete, 188-192, versión libre)
Eros, dios mitológico de la época y que aparece representado con alas y lanzando flechas, tiene la misión de unir a los que se atraen. En la mitología Eros era hijo de Poros (la abundancia) y de
Penia (la penuria o escasez) que, unidos dieron como fruto ese fenómeno que en términos actuales, como entonces, solemos llamar deseo.
Penia (la penuria o escasez) que, unidos dieron como fruto ese fenómeno que en términos actuales, como entonces, solemos llamar deseo.
El deseo es un impulso que nos lleva al otro. En este impulso, juegan un papel fundamental los modos. Hay modos masculinos y femeninos de buscar al otro, y también de vivir estos deseos en interacción con el otro.
Estas historias más cercanas a nuestros tiempos, que suelen ser comunes, creemos pueden ayudarnos a comprender mejor el juego que se traen los deseos:
Todavía recuerdo los veranos en el pueblo. Estábamos todo el año en la ciudad, y en los meses de vacaciones escolares en verano, nos trasladábamos al pueblo. Seguro que a más de uno le suena esta historia. Ocurrían muchas cosas en el pueblo, pero recuerdo con especial cariño lo vivido a partir de cumplir los 13 años. En el pueblo, y con el buen tiempo, nos estábamos hasta tarde en la calle, jugando y luego en corro hablando. Recuerdo esos deseos vividos... Me gustaba un chico, pero todavía me acuerdo como me sentí cuando supe que empezó a salir con la “guapa” del grupo... Como si hubiese sido un fraude. Cabreada, que poca personalidad,... bueno ya sabéis, todo aquello que se dice cuando deseas a alguien pero él no te desea.
Otras veces, recuerdo como ya pasado el tiempo, uno de la cuadrilla vino a decirme que “se gustaba de mi”. Y claro, ahora era otra situación, y es que a mi no me gustaba él. La verdad que en ese momento te sientes un poco violenta por tener que expresarle tus no deseos hacia él, pero también admito que saber que le gustaba a alguien hizo que me sintiera muy bien, me animó, vamos, ¡¡me vine arriba!! Supongo que para él, la vivencia sería más bien para abajo, como me pasó a mi anteriormente.
Lo cierto es que cuando deseas a alguien, y ese alguien te desea también, el juego que se monta es único. Mezcla de “arriba, abajo, arriba, abajo” jeje. Unas veces te vienes arriba, con ese juego de miradas o yo que se... y otras veces te vienes abajo, con ese juego de celos,... bueno, cada una con su historia...
Desear y ser deseado nos fortalece y a la vez nos hace vulnerables, y es que ¿Quién dijo que la vida era fácil?
Aquí os dejamos un trocito de la película "Hedwig and the angry inch" que nos cuenta con una canción lo que Platón nos contó en su banquete. ¡Es imprescindible!
Y tú, ¿has vivido cosas similares a estas?
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